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Ligadura de Várices Esofágicas

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¿Qué son las várices esofágicas?

Las varices esofágicas son venas anormalmente dilatadas que se encuentran en la porción interna del esófago, por las que circula parte de la sangre que en condiciones normales debería pasar a través del hígado. Su dilatación es consecuencia de la dificultad que el hígado enfermo ofrece al paso de la sangre. El principal problema de la existencia de las varices esofágicas es el riesgo de ruptura que ocurre cuando la presión en el interior de las várices supera la resistencia de su pared.

La hemorragia es habitualmente muy abundante y supone una grave complicación, de tal forma que la posibilidad de morir como consecuencia de la hemorragia es del 20%. Afortunadamente, no todos los pacientes con varices esofágicas sangran.

¿En quienes puede ocurrir la hemorragia de las várices esofágicas?

El riesgo de hemorragia por várices es alto cuanto mayor es su tamaño, más elevada sea la presión de la sangre en el interior y más delgada sea su pared. Asimismo la posibilidad de sangrado es superior en los pacientes con mayor gravedad de la enfermedad hepática. La hemorragia digestiva por várices esofágicas ocurre en pacientes con cirrosis hepática o con hipertensión portal extrahepática como resultado del aumento de la presión portal. La hemorragia por la ruptura de las várices sucede cuando se presentan los siguientes factores: a) aumento del diámetro de las várices y b) disminución del grosor de la pared de la várice, factores que aumentan la tensión de la pared de las várices.

¿Cuál es el mejor tratamiento para la hemorragia de las várices esofágicas?

El tratamiento más efectivo para detener una hemorragia digestiva por várices esofágicas es la Ligadura con bandas de caucho. El objetivo del tratamiento de la hemorragia de las várices es detener el sangrado, prevenir nuevos episodios tratando de erradicar las várices, y evitar las complicaciones.

 

¿Cómo se realiza la ligadura con bandas de caucho?

El procedimiento se lleva a cabo colocando un “barril” aplicador de las ligas de caucho, en la punta del endoscopio. Una vez localizadas las várices, se aspira la várice dentro del barril y se libera la liga para atraparla. La várice ligada es estrangulada por la banda elástica produciendo obstrucción venosa, estasis, trombosis y posteriormente fibrosis. Se desprende entre los 3-7 días posteriores, quedando una ulceración que usualmente se extiende hasta la submucosa sin comprometer la capa muscular, que cicatriza en unos 15 días.

La ligadura de várices se puede realizar en casos de sangrado activo y/o sin sangrado activo.

Várices con sangrado activo:

si el lugar del sangrado es identificado, este debe ser ligado directamente; si no es posible identificarlo o en caso de encontrar coágulos que impiden identificar el lugar del sangrado el tratamiento se realiza ligando las várices más distales para luego continuar proximalmente, como ocurre en el paciente que no sangra.

Várices sin sangrado activo:

cuando no existe hemorravia activa, se inicia ligando las várices más grandes en la parte distal del esófago, cerca de la unión grastroesofágica, se continúa con las várices a ese nivel, y después proximalmente en forma helicoidal.

En cada sesión se colocan en promedio de 5 a 10 ligas hasta conseguir la erradicación de las várices. Posterior a la ligadura el paciente permanecerá por 48 horas con dieta líquida y medicamentos que le indicaremos.

Las sesiones de ligadura pueden ser repetidas cada 7-14 días.